El mar produce una enorme fascinación en nosotros puesto a que guarda muchos de sus misterios primordiales, que no hemos podido desvelar. Hay una frase que dice que sabemos más sobre la superficie de la luna que de nuestros propios océanos y es muy cierta al igual que el hecho de que doce hombres han puesto el pie en la superficie de nuestro satélite mientras que tan sólo tres han llegado a la Fosa de las Marianas, la parte más profunda de nuestros mares.
Existen infinidad de misterios ocultos bajo las profundas aguas del mar y uno de ellos que ha cautivado la imaginación del ser humano desde la Antigüedad, ese es el de la Atlántida, en el cual nos enfocaremos en esta entrada. El mito habla de un supuesto sexto continente, que se habría situado en el Atlántico sur, entre las costas de África y América del sur.
Dicho continente habría estado habitado por una civilización brillante, pacífica y muy avanzada. Y sin embargo, habría desaparecido, barrida de la faz de la Tierra por algún tipo de cataclismo, probablemente, un volcán o un tsunami. Uno de los primeros en hablar de esta supuesta civilización perdida es el mismísimo
Platón, el filosofo griego en torno al año 360 a. C quien supuestamente, dió una descripción de como habría sido este continente antes de su hundimiento. Desde entonces, son muchos los que lo han buscado, algunos en plan de cazadores de mitos, o por afán de aventura, y otros desde la investigación más seria. Algunos dicen que, al hundirse la Atlántida, los supervivientes se desperdigaron por el mundo. Sus descendientes podían ser los mismísimos Mayas, o los Guanches ¿Existió realmente Atlantis?
Es complicado responder a esta pregunta, pues si bien nuestros documentos no brindan ninguna referencia a este reino, su supuesta antigüedad indicaría que las fuentes de que disponemos no son viables para encontrar esta información. Sin embargo, algo sí sabemos y es que de acuerdo con la tectónica de placas, es imposible que un continente del tamaño descrito por Platón (“más grande que Libia y Asia juntas”) haya existido entre Norteamérica y Europa. Incluso islas considerablemente más pequeñas, del tamaño del subcontinente indio, habrían dejado una impronta evidente en las placas.
Aún así no deja de ser fascinante como durante siglos se ha buscado un continente idílico y existen tal cantidad de textos a lo largo de la historia aportando pruebas de su existencia.
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